Conocía sus temores y sus aspiraciones. Sabía que cuando tenía miedo
el labio inferior le temblaba y que con
cogerle la mano se tranquilizaría. Habían compartido muchas cosas hace tiempo,
incluso compartieron sus vidas en un momento. Parecía que ambos lo habían superado, cada día era un
día normal, sin recuerdos dolorosos
o satisfactorios, ya han pasado quince años. Pero cada vez que ella
siente miedo él le agarra la mano para tranquilizarla, como hacía antaño, lo que hace que a ambos se les forme
un molesto nudo en la garganta. Los
recuerdos invaden sus cabezas, recuerdos de los que no se pueden librar, el
saber que el otro conoce el 99% de tu ser. Este es un mero ejemplo de que los
recuerdos nunca van a desaparecer, siempre van a estar
ahí, al igual que el amor, que nunca
desaparece, solo se cambia de lugar en el
corazón.
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