martes, 30 de octubre de 2012

#2


Si algo sabía de él es que es como un libro; deja que pase sus páginas sin miedo a que se rompan, deja que aprenda cosas de él, pero a la misma vez esconde mucho en sus párrafos y el problema es que yo no sé leer entre líneas. No sé cuándo bromea ni cuando habla en serio, tampoco sé si da indirectas o simplemente a mí me lo parecen. No, no sé leer entre líneas, tampoco sé leer los labios ni montar en bicicleta. También soy un desastre y no sólo como estudiante, nunca me doy cuenta de las cosas, pero no es por despiste, es por vivir en mi mundo. Hace mucho tiempo que huí del mundo terrenal. Quizás sea el momento de crecer y dejarme de tonterías, abrir los ojos y ver lo que es verdaderamente la vida, aunque ¿qué es? Todo ha sido monótono hasta ahora, me hago mayor y todo sigue siendo del mismo gris que antes, no hay ningún matiz nuevo, ni más claro ni más oscuro. ¿Por qué le doy tantas vueltas? A primera tengo biología y ya me estoy comiendo la cabeza.
En Atocha puedes ver a muchas personas, de diferentes países, edades, de distinto sexo, de distinto físico… Todas van a su rollo, ninguno se preocupa por la vida del otro. Algunos corren porque pierden el tren, otros caminan pacíficamente y el resto está sentado esperando la llegada de su tren. Entre esos últimos me incluía yo, entre los que esperan. La reproducción automática del iPod me comenzaba a marear así que decidí poner manualmente las canciones… “Patience”,  aquella canción me encantaba. El tren llegó. Las puertas se abrieron y miles de personas bajaron hasta dejarlo casi vacío. Subí y me senté al lado del gran ventanal, abrí mi ejemplar de “El retrato de Dorian Gray” y comencé a leer desde la última línea que recordaba.

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