miércoles, 31 de octubre de 2012

Andrómeda.


Alzó la espada en el aire y la dejó caer sobre mi hombro derecho, pensé que hundiría la hoja en mi débil cuerpo, pero por alguna razón no lo hizo. Levanté la cabeza tímidamente, para mi sorpresa, Andrómeda estaba sonriendo. Su mirada se desvió a la manzana que escondía detrás de mí. "¿Crees que mereces la muerte por robarme una manzana?". Un silencio incómodo nos envolvió. "No lo sé, señora" respondí entrecortadamente. "¿No lo sabes? ¿Crees que mereces vivir? ¿Cuántos años tienes, veinte? Deberías de comenzar a comportarte como un hombre y a defender lo que es tuyo, en este caso; tu vida."

No hay comentarios:

Publicar un comentario