martes, 30 de octubre de 2012

Thomas.

Me tumbé en la arena -que se colaba por mi camiseta y me molestaba, pero la ignoraba- el agua del mar se acercaba peligrosamente a mis pies, pero también lo ignoraba. Cerré los ojos y me concentré en una cosa: mi vida. Mi vida no tenía buen curso desde hace año y medio, cuando Thomas se fue. Desde entonces mi vida no ha sido nada. Mi cabeza albergaba un desorden emocional tan inmenso que podría tumbar al mismísimo Hulk con solo gritar. Era un día de verano, sin embargo había brisa y algo de viento, que hacía que la dichosa arena me azotara en la cara con un extraño sentimiento de vagueza. Tampoco me importaba, seguro que te lo imaginabas. El agua del mar me bañó hasta cintura, el tacto de la ropa mojada pegándose sobre la piel es verdaderamente incómodo, dentro de unos minutos lo sería más. "Maldito niñato" Pensaba cada vez que el nombre Thomas se formaba en mi mente. En verdad él nunca supo nada, pero me reventaba que aún demostrándoselo no lo supiera. Hay que ser... ¡Oh! Un cangrejo se ha dispuesto a hacerme una visita, ¿me querrá picotear o simplemente pasará de lado? Se ha quedado a medio camino. Quizás se haya distraído con algo al igual que yo he hecho con él.

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