Sólo buscaba ese suspiro arrancado de tu garganta, ese suspiro que
me hacía soñar, ese suspiro que me hacía feliz. Tus sencillas palabras
hilvanadas entre sonrisas, miradas cristalinas que decían más que tus cuerdas
vocales, caricias dulces, expresiones rebeldes. Me fui ahogando lentamente en
el orgullo de no pedir perdón, me fui ahogando en mis propias lágrimas, cavando
yo mismo mi propia tumba. Qué difícil es pedir perdón cuando las cosas se han
complicado, qué difícil es pedir perdón cuando tú eres el que agrava la
situación. Simplemente una persona egoísta, orgullosa, narcisista y egocéntrica
como yo no es capaz de pedir perdón.
Andabas detrás de mí siempre diciendo "te quiero" y yo
esquivaba tus palabras. Andabas detrás de mí pidiendo perdón por cosas
insignificantes y yo te ignoraba. Te gritaba por cualquier nimiedad.
Solo te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes; cuando
te vi abrazada a él sentí que mi pequeño jardín de ilusiones se incendiaba. Fue
entonces cuando por primera vez lloré, cuando mi corazón se encogía, cuando me
dolían los pulmones de mi entrecortada respiración; fue cuando me di cuenta de
que estaba enamorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario